Ayer por la tarde, mientras acariciaba a mi gato Leo, un siamés un tanto trasto pero adorable, noté algo que me encendió las alarmas. Tenía un par de arañazos en el costado y uno pequeño cerca de la oreja, probablemente resultado de alguna de sus típicas escaramuzas territoriales por los tejados y jardines de nuestro barrio aquí en Vigo. Aunque no parecían profundos, la piel estaba irritada y sabía que tenía que actuar rápido para evitar que se infectaran y ayudarle a curarse lo antes posible. Mi corazón de «mamá gatuna» se encogió un poquito, como siempre que le pasa algo.
Lo primero fue evaluar la situación con calma. Revisé bien las heridas: eran superficiales, sin sangrado activo ni signos evidentes de infección como pus o hinchazón excesiva. Si hubiera visto algo más preocupante, no habría dudado ni un segundo en meterlo en el transportín y llevarlo de urgencia a nuestra clínica veterinaria de confianza en Vigo. Pero dado que parecían rasguños menores, mi instinto me dijo que, tras una buena limpieza inicial con suero fisiológico, un buen spray cicatrizante y antiséptico sería el tratamiento adecuado. Aun así, para quedarme tranquila, hice una llamada rápida a la clínica; les describí las heridas y me confirmaron que mi plan de acción era correcto para este tipo de lesiones leves, siempre vigilando su evolución, claro está.
¿Por qué un spray? Para mí, tiene varias ventajas. Aplicar una pomada a un gato que no siempre está de humor para quedarse quieto puede ser complicado. Un spray permite una aplicación rápida, a una distancia prudencial, cubriendo la zona afectada sin necesidad de frotar, lo que minimiza el estrés tanto para Leo como para mí. Además, buscaba un producto específico para gatos, formulado para ser seguro incluso si se lamía un poco (aunque muchos llevan un sabor amargo para disuadirles) y que combinara acción antiséptica, para mantener a raya las bacterias, con propiedades que favorecieran la cicatrización natural de la piel.
Con la recomendación del veterinario en mente y sabiendo qué buscar, mi siguiente paso era conseguir el spray. Podría buscarlo online, pero para algo así, prefiero la inmediatez. Mi plan era pasarme directamente por la clínica veterinaria al salir del trabajo, ya que suelen tener los productos que recomiendan. Si por alguna razón no lo tuvieran, mi siguiente parada sería una de las farmacias grandes del centro de Vigo que sé que tiene una sección bastante completa de productos veterinarios. Quería tenerlo en casa esa misma tarde.
Lo más importante ahora es cuidar de Leo, limpiar sus «heridas de guerra» con suavidad y aplicar el Spray cicatrizante gatos según las indicaciones. Es una pequeña parte de la responsabilidad que implica tener un animal en casa, estar pendiente de su salud y actuar cuando lo necesitan. Estoy segura de que con un poco de cuidado y el producto adecuado, esos arañazos serán pronto solo un recuerdo y mi pequeño terremoto volverá a estar perfecto.