Ocho de cada diez adultos mayores prefiere seguir residiendo en su domicilio particular en lugar de trasladarse a geriátricos y centros similares, según un estudio del Observatorio de la Realidad Social. Esta decisión suele generar preocupación entre los familiares, que desearían ejercer un mayor control sobre aquellos por razones de seguridad. Las nuevas tecnologías permiten hacerlo sin invadir su intimidad ni asumir grandes desembolsos. En respuesta a cuánto vale el reloj dúrcal, por ejemplo, puede obtenerse por menos de veinte euros al mes durante el primer año.
En general, los relojes y pulseras de teleasistencia permiten vigilar las constantes vitales de personas de edad avanzada. De este modo, evitan la necesidad de telefonearles continuamente o de visitarles ex profeso para comprobar su estado de salud. Mantener el contacto es importante, pero los ancianos pueden molestarse si sus allegados se comunican con ellos solo para informarse sobre su estado de salud.
Además de hacer un seguimiento de su presión arterial y otros parámetros, los dispositivos de teleasistencia detectan caídas y colisiones con precisión. En otras palabras, si el anciano pierde el equilibrio en la ducha o sufre un tropiezo fuera del hogar, el sistema responde alertando a los servicios de emergencia.
Por su parte, los monitores de salud destinados al mercado doméstico son equipos de reducido tamaño e interfaz sencilla que brindan al adulto mayor la posibilidad de comprobar sus constantes vitales. Estos chequeos periódicos dan tranquilidad a los usuarios, además de compartir sus resultados con los profesionales sanitarios. Obviamente, esta información es valiosa a la hora de tomar decisiones y diagnosticar enfermedades en las primeras fases.
Las personas de la tercera edad suelen resistirse a visitar al médico y si viven lejos del centro de salud, mayor es su oposición. Si bien la telemedicina aún no puede suplir a la atención en persona, facilita las consultas a distancia en estos casos.